"En un rincón de mi cuarto tengo un altar
con piedras de cuarzo rosa, una vela azul
la frase escrita sobre un fondo de acuarelas
y esa foto que te saqué en un jardín florido de Salta.
Estás ahí, en el lugar de la protección
donde todo se filtra de una memoria imperfecta.
Ayer al mediodía almorzamos con papá.
Agus se acordó de la canción que hacían a dúo;
yo me acordé de la que vos cantabas, y la canté
entre los gritos de tus nietos que correteaban por la cocina.
Afuera llovía, adentro también, un poco por las goteras
otro tanto por los ojos. Hicimos sonar las copas con vino.
Alguien puso la filmación de tu último cumpleaños
en el que vos elegiste homenajearnos a nosotros.
Fue necesario verlos juntos de nuevo. Verte
sonriente, agradecida, luminosa, enamorada.
Cumplías cincuenta y cuatro y te estabas yendo.
Yo no sé qué queda en el lugar de lo ausente
pero hay algo atávico en la palabra madre
que marca el cuerpo y marca la memoria
en dorado y para siempre. Por favor, creeme
porque acaba de salir el sol."
María Folatelli
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