30.5.12


"Sos capaz de cerrar los ojos por un rato?"
Andres Pereyra

29.5.12

Fuga permanente

Quisiera yo ser dos
una para dejarte
y otra para besarte
una para irme
y otra para quedarme
las dos serían yo
y las dos te quieren a vos,
pero adiós.

Ellen Maria

28.5.12

Cheran Keri

"Y cuando no se olvida que no hay
libertad regalada, sino tallada
sobre el mármol y la piedra
de monumentos llenos de flores y de tierra,
y por los héroes muertos en las guerras
se tiene que luchar y ganar,
se tiene que reír y amar,
se tiene que vivir y cantar,
se tiene que morir y crear." 

Sara González

22.5.12

Deseo

para Paco

Yo quisiera que el agua 
del lago que está debajo 
del zócalo 
inundara tu coche 
y tu cochera, 
tu cuerpo entero, 
toda tu casa 
y la casa de tu mamá también.

Ellen Maria

13.5.12

cuando nos regalan flores



tambien regalan parte de si mismo.

9.5.12

Historias de la conchinchina


Ella tenía un cuaderno donde escribía todas las historias que no le ocurría. Cuando terminó el último cuento se dio cuenta que no había otras historias para contar, ni tampoco hojas para arrancar. El cuaderno no existía. Y en el último cuento, ella reveló al lector que ella misma nunca existió. Firmó como La escritora fantasma.

Paisaje después de la guerra
Una de las historias escritas en el cuaderno invisible era sobre una chica que al elegir una vida, renunció un montón de otras y por ese motivo, no pudo vivir todas las otras vidas posibles y destinadas a ella. Podría haber sido una profesional en ballet clásico como su papá lo había soñado. Podría haber sido una profesional en sistemas de información como su papá lo había soñado después que ella desistió del ballet clásico. Podría haber sido una lesbiana drogadicta como su mamá lo había temido. Podría haber sido una abogada penalista como su mamá lo había previsto. Podría haber sido una fotógrafa aérea de las fuerzas armadas como una vez lo había imaginado. Podría haber sido una periodista de guerra como una vez también lo había pensado. Sin embargo, la chica que desistió de muchas posibilidades de acierto y error, para vivir una gran sola vida, no se arrepentía por haber desistido de ser bailarina, abogada, fotógrafa o jugadora de fútbol, como también un par de noches llegó a creer que pudiera ser. La chica, que como no era gata, no pudo obtener las menciones y sufrir los horrores de siete vidas, eligió lo mejor que podía y fue ser vendedora de lo que decía ser el elixir de la vida. Vendía medicinas, ampollas y cremas contra el envejecimiento a las señoras en un salón de belleza. Andaba siempre con revistas de cosméticos, lencerías y productos domésticos para un lado y para el otro. Murió atropellada por un taxista que llevaba como pasajera a una mujer embarazada. Sus cosas volaron y al caer, despedazaron y quedaron en el piso durante dos horas.

La hamburguesa del burgués
Otra de las historias del cuadernillo misterioso tiene como protagonista una chica impaciente, que no sabía hacer muchas cosas bien hechas en la vida y tampoco podía aprender, porque sentía que mientras ella aprendía a hacer alguna cosa bien perdía el tiempo de conocer y hacer alguna otra cosa. Esa chica que no se acordaba de sus canciones favoritas, despertaba todas las mañanas angustiada por no saber qué había soñado, tenía sueño y mal podía descansar. Nunca viajaba porque no sabía qué haría con su pez, no podía dejarlo solo. ¿Cuál era el sabor del helado que le era más rico? Todos los días salía a trabajar sin saber cuándo podría cambiar de empleo sin que perdiera dinero en esa mudanza y sin que se sintiera perdida durante este tiempo. Todas las tardes comía cualquier cosa en la calle porque no sabía cocinar y no tenía tiempo para perder preparando algo en la estufa o calentando algo en el microondas o dentro de un supermercado haciendo las compras. ¿Qué tenía verdaderamente ganas de comer? Todas las noches estudiaba algo que ella ya no sabía por qué, pero no podía dar el lujo de perder un año en la indecisión, un título es importante para ganar más dinero y poder vivir más tranquila. ¿Qué le tranquilizaría en un día de lluvia y relámpagos? Esa chica que en los fines de semana veía películas y dormía delante de la televisión, un día se sintió mal después de una pizza individual de chorizo, vomitó y lloró sola en el baño por no saber quién iría a su entierro caso muriera en el día siguiente. Pensaba que si pudiera cambiar su vida, ella tendría otro trabajo y estudiaría otra cosa, y lloró nuevamente sin poder imaginar qué otra cosa podría ser, algo que no la fastidiara algunos meses después. Esa chica, que lo que menos tenía era paciencia, en el mismo año, dejó su trabajo  y abandonó su carrera. Nunca fue feliz.

El temblor del cielo azul
El primer cuento del cuadernillo de hojas arrancadas se llamaba “El río que corre debajo del puente” y narraba con mucha fluidez la primera vez que una compañera de natación, a los 11 años, menstruó y manchó la ropa de baño. Los chicos que estaban en la piscina y entrenaban con ella le dijeron muchas cosas feas en ese día y ella, que se sintió muy mal, odió tornarse mujer. La chica, que no quería nunca más ver a nadie, le contó a su mamá su tristeza, y su mamá, muy contenta con el hecho que su princesa ya no era una niña, la preparó un té de manzanilla y le regaló dos paquetes de absorbentes. En el día siguiente, la chica menstruada tuvo que ir a la escuela aunque estuviera con mucho dolor de cabeza. Ella fue y no comentó nada sobre el asunto con sus amigas. Cuando adolescente, siempre que menstruaba se acordaba del episodio, y pensaba que ese día trágico nunca hubiera pasado si ella hubiera nacido hombre. Y sobrevivió. En la secundaria, dio su primer beso en un chico en el intervalo y sintió asco. Creía que era por el bigote que empezaba a nacer en su amigo. Intentó un otro día, con otro compañero de la sala y el resultado no fue exitoso. Los granitos de la cara de él no dejaban que ella pudiera concentrarse. Meses después, sin bigotes y granitos, ella también sintió repulsa a tocar con su lengua la lengua de otro chico y juró no hacerlo más con los chicos de la escuela, para no ser considerada una puta por sus conocidos. Dos años después, al ingresar en la Escuela Preparatoria de Profesores, conoció a una chica y tuvo ganas de besarla. Decidió que le contaría sus deseos después de la clase, y sonrió al descubrir que la chica sentía lo mismo. Empezaron a salir juntas, estudiar juntas e vez u otra, ir al cine. Tenían mucho en común. Una cierta noche, cuando no había nadie en casa, la chica muy tímidamente le preguntó a su amiga si podría tocar todo su cuerpo. La amante, muy enamorada, la permitió, advirtiendo apenas que estaba en el fin de la menstruación. Al oír esas palabras, la chica, por primera vez, se sintió feliz por ser mujer.

La prueba que Dios no existe
Cuando encontré el cuadernillo, supe que no podría seguir mi vida como antes la llevaba. El último cuento, que también era el único, era demasiado fuerte y tenía tantos datos biográficos de quien lo había escrito que, yo, como lectora, tuve la impresión de conocer de toda mi vida la escritora fantasma. Lo vi como un pedido de socorro, lo entendí como un grito lanzado en tres cuartillas de renglones azules, tinta azul, rasuras azules. La escritora pedía a quien leyera que no la tomase en serio, que la carta suicida del medio del cuaderno era solo un cuento de ficción, que la historia de la chica menstruada era fruto de su imaginación, que la trama de la chica que tatuó en su cuerpo todos los nombres que le gustaría tener, era una idea que tuvo en las clases de escrita creativa. Pedía que no la creyesen en nada, que las vidas no vividas de otra chica inventada era puro lirismo, que la impaciencia de otra protagonista frustrada era más bien sacada de una revista femenina, que el cuento de la chica que quería vivir en un volcán era resultado de la lectura de Freud y que todas las otras historias del cuaderno eran ejercicios del taller de prosa que hizo en el último semestre de la facultad, y no reflejaba su verdadera persona. Por lo tanto, como no eran relatos autobiográficos, no tenían nada de su esencia y no podrían servir para analizarla como mujer. Necesitaba aclarar bien esos puntos porque muchos compañeros ya le decían que ella era una chica recalcada, traumada y con cierto aire feminista por sus cuentos. A ella no le gustaba  todos los sellos que le ponían, su único deseo era escribir libremente. La entendí perfectamente, pobre muchacha escritora fantasma, confundida con sus pobres protagonistas. De cierta manera, hasta me identifiqué con el dolor que ella sentía, por eso la leí hasta el final. Es bastante deprimente ser considerado personaje de algo que se es creadora.

7.5.12

vermelho e outros sabores



Qual é o cheiro do seu livro preferido?

3.5.12

CDA sabe das coisas.


“Alguém observou que cada vez mais o ano se compõe de 10 meses; imperfeitamente embora, o resto é Natal. É possível que, com o tempo, essa divisão se inverta: 10 meses de Natal e 2 meses de ano vulgarmente dito. E não parece absurdo imaginar que, pelo desenvolvimento da linha, e pela melhoria do homem, o ano inteiro se converta em Natal, abolindo-se a era civil, com suas obrigações enfadonhas ou malignas. Será bom.
Então nos amaremos e nos desejaremos felicidades ininterruptamente, de manhã à noite, de uma rua a outra, de continente a continente, de cortina de ferro à cortina de nylon —sem cortinas. Governo e oposição, neutros, super e subdesenvolvidos, marcianos, bichos, plantas entrarão em regime de fraternidade. Os objetos se impregnarão de espírito natalino, e veremos o desenho animado, reino da crueldade, transposto para o reino do amor: a máquina de lavar roupa abraçada ao flamboyant, núpcias da flauta e do ovo, a betoneira com o sagüi ou com o vestido de baile. E o supra-realismo, justificado espiritualmente, será uma chave para o mundo.
Completado o ciclo histórico, os bens serão repartidos por si mesmos entre nossos irmãos, isto é, com todos os viventes e elementos da terra, água, ar e alma. Não haverá mais cartas de cobrança, de descompostura nem de suicídio. O correio só transportará correspondência gentil, de preferência postais de Chagall, em que noivos e burrinhos circulam na atmosfera, pastando flores; toda pintura, inclusive o borrão, estará a serviço do entendimento afetuoso.
A crítica de arte se dissolverá jovialmente, a menos que prefira tomar a forma de um sininho cristalino, a badalar sem erudição nem pretensão, celebrando o Advento.
A poesia escrita se identificará com o perfume das moitas antes do amanhecer, despojando-se do uso do som. Para que livros? perguntará um anjo e, sorrindo, mostrará a terra impressa com as tintas do sol e das galáxias, aberta à maneira de um livro.
A música permanecerá a mesma, tal qual Palestrina e Mozart a deixaram; equívocos e divertimentos musicais serão arquivados, sem humilhação para ninguém.
Com economia para os povos desaparecerão suavemente classes armadas e semi-armadas, repartições arrecadadoras, polícia e fiscais de toda espécie. Uma palavra será descoberta no dicionário: paz.
O trabalho deixará de ser imposição para constituir o sentido natural da vida, sob a jurisdição desses incansáveis trabalhadores, que são os lírios do campo. Salário de cada um: a alegria que tiver merecido. Nem juntas de conciliação nem tribunais de justiça, pois tudo estará conciliado na ordem do amor.
Todo mundo se rirá do dinheiro e das arcas que o guardavam, e que passarão a depósito de doces, para visitas. Haverá dois jardins para cada habitante, um exterior, outro interior, comunicando-se por um atalho invisível.
A morte não será procurada nem esquivada, e o homem compreenderá a existência da noite, como já compreendera a da manhã.
O mundo será administrado exclusivamente pelas crianças, e elas farão o que bem entenderem das restantes instituições caducas, a Universidade inclusive.
E será Natal para sempre.”

Carlos Drummond de Andrade