Fantasia
é sentir poesia
é sentir poesia
fazendo sexo.
Valentia
é sentir sexo
é sentir sexo
lendo poesía.
(Ellen Maria Martins de Vasconcellos)
"Los juegos del destino: ella viene, tú estás, recorren un mismo espacio (deja
el asiento, lo tomas; abres la puerta que acaba de cerrar; observan en
tiempos distintos los detalles de un techo de cristal) sin conocerse y sin
molestarse por ello. Se va pero en poco años vuelve (siempre volverá), se
miran, hablan, beben, se besan y descubren que anteriormente –sin saberlo y sin
haberles importado- han sentido sus olores. ¡Ah, qué extraño! ¡Sí! ¿También
naciste el mismo día! No solo eso, tú me filmaste en el evento. Imposible. Te
muestra un video donde casi que la ignoras con la cámara. Se siguen besando. Se
aman. Furtivamente, es cierto, ninguno quiere y es mejor no aceptarlo, pero se
aman.
Descubrimiento del cuerpo: no tiene mayor importancia volver a hacerlo una o diez
o cien o mil veces más porque en lo que va de tu vida descubriste que hay cosas
más placenteras que el sexo y creíste en ello aun antes de que otro lo dijera o
lo leyeras en algún lado o simplemente imaginaste que un pensador importante
profesaba lo mismo y te alegró la idea de no ser el único en sentir ese pequeño
desprecio por el coito y asumiste una posición imposible de sostener después de
haberla visto llegar al orgasmo tres veces consecutivas y sentir que a pesar de
tu mal estado físico no querías dejar de sentir el calor de su espalda y la
humedad de sus piernas ni abandonar sus pechos ni cintura o sus gemidos aun a
costa de caer en el fracaso conceptual ideológico y epistémico que suponía tu
incontrolable deseo de tenerla siempre desnuda.
Reflexión: consideras que sería bueno escribir al respecto,
pero no sabes por dónde empezar. ¿Qué título le pondrías? ¿Cómo revelarás tu
nueva perspectiva sobre el sexo sin ser tan estúpido de escribir en el encabezado
algo que explicite: “Me gusta el sexo”? Comienza el desánimo. Dejas tu escrito a
medias. Tranquilo, hombre, está todo bien. Piensa que es como el sexo:
aburrido, no siempre llegas a terminar como quieres. Entonces observas que soy
un pobre imbécil que nunca tuvo buen sexo y vuelves sobre el teclado. Tratas,
pero no avanzas mucho. Oyes música y por azar llegas a un blog de poesía. Sin
muchas ganas lees unos versos: funciona. Sigues leyendo y al poco tiempo
encuentras un breve poema que te hace abrir los ojos y sonreír: acabas de
hallar la punta que desenreda todo el ovillo que tienes en la cabeza.
Improvisas un análisis a tu conveniencia. Decides que aquel poema será el
epígrafe de tu "ensayo".
Exégesis a la medida: lo único que nos interesa señalar en nuestro
análisis es la importancia del “sentir”, que finalmente es el verbo principal
de todo el poema: para la voz lírica es fantástico (en la medida que sobrepasa
los límites de lo común y lo normal) cuando se practica el sexo pero lo que siente
es otra cosa: poesía. Esto nos permite deducir que el camino, el nexo o la
conexión por la que podemos acceder a algo tan abstracto, intangible y sublime
como la poesía, lo encontramos en algo tan concreto, palpable y físico como el
sexo. Es decir que el sexo (el bueno, claro) es un camino de placer ascendente:
va de lo terrenal a lo astral. Respecto de los demás versos diremos que en esta
ocasión no aspiramos a agotar las posibilidades de análisis de un poema tan
rico como este y hallamos conveniente concluir nuestra exégesis en este punto.
Secretos del analista: aunque te parezca vulgar y te avergüence
admitirlo, sentiste – y más de una vez- ganas de conocer a la poeta y acostarte
con ella. Aún ahora piensas: quien sugiere que el sexo se esgarza con la poesía, sin duda, debe tener el mejor sexo del mundo: el tipo de
sexo que ahora en adelante siempre esperas tener: la segunda vez mejor que la
primera y la tercera mejor que la segunda y así hasta no poder mover las
piernas. Pero no te preocupes, quién te dice que un día no vas a Brasil, se
conocen, te presentas como un admirador –aunque en el fondo sabes que eso de
admirar es, más bien, un recurso bien sabido por ti para parecer simpático- y
así ella accede a mostrarte ese maravilloso sendero por el que se llega a sentir la experiencia lírica en la propria carne.
Conclusión y protección: después de todo algo más te intriga y es que no
sabes cómo hacer para que cuando publiques esto los demás no crean que fuiste
tú quien lo escribió y sabes que eso de que el autor “real” y el narrador no
son la misma persona no te va a funcionar con tanto cojudo suelto si ni
siquiera los estudiantes de literatura entienden bien la diferencia menos lo
entenderán tus padres o tu novia que seguramente pensará pero conmigo nunca ha
tenido buen sexo quién es esa perra que le ha enseñado y se armará la grande
pero en tus cincos minutos de genialidad se te ocurre valerte de un recurso
estilístico bastante utilizado en toda la literatura de occidente y es casi
ofensivo que solo se te ocurra esto pero no intentas hacer una revolución
estética solo deseas evitar las explicaciones a la gente cercana que leerá tu
texto incluso si algún día conoces a la poeta del epígrafe podrás decir que eso
de tener sexo con ella solo fue parte de la ficción y con ese supuesto
desinterés tuyo puede que generes cierto interés de su parte y terminen
teniendo sexo como realmente quieres entonces la solución es tan buena y tan
simple como crearme a mí a un narrador que rara vez abandone la
segunda persona y de este modo hacer cargo al lector de un sentimiento de culpa
o vergüenza que es solamente tuyo y entonces el incauto pensará en todas las
veces que ha tenido malas relaciones y en la persona que por primera vez hizo
que lo disfrutara y así olvidará que eres tú quien revela que apenas ha
descubierto que el sexo es uno de los grandes placeres de la vida y no él ni yo y aunque me siento mal por ello no puedo hacer más que seguir obedeciéndote despiado escritor pero además como eres excesivamente desconfiado decides volver a quitar todos
los signos de puntuación para distraer a cualquier lector experimentado que pueda descubrirte acusarte con tu novia y así arruinar tus planes y
ese temor te hace pensar que para mayor distracción y confusión podrías
seguir explicando lo que escribes como la aparente impertinencia del
primer párrafo donde hablaste o me hiciste hablar de un supuesto amor pero todo
esto ya te fatigó y finalmente piensas en el último elemento de tu jueguito
dizque literario el cual consiste en colocar en el título una afirmación
que implica al lector y que supuestamente yo anuncio y tratas de convencerte de que con ello basta pero no logras ver en tu torpeza que el título va dirigido solo a ti porque
todos sabemos que Manuel Acevedo no existe por ende el narrador tampoco y bien sabes que tu lector es apenas otra desesperada construcción ficcional lo cual finalmente comprueba que ninguno de nosotros gusta del sexo como tú.
Manuel Acevedo"
Hola, me parece genial que lo hayas publicado en tu blog. Sin embargo, me apena mucho decirlo, por una cuestión de "constante correción" he realizado algunas variantes -creo importantes- en el cuento. La verisón final final la puedes ver acá: http://litfilart.wordpress.com/2013/06/17/a-ti-te-gusta-el-sexo-no-a-mi/
ResponderExcluir*Disculpa la intromisión y la variación, es lo genial y lo tormentoso de la literatura cibernética. Un abrazo.
Ay, lo siento, no sé por qué no salió mi identidad. Esto de ser Blogger o Wordpress es un poco jodido.
ResponderExcluirLink: http://litfilart.wordpress.com/2013/06/17/a-ti-te-gusta-el-sexo-no-a-mi/
Milton Gonzales
Saludos.