"Tienes que aprender tu cuerpo. Y tu cuerpo, a su vez, tiene que aprender.
Poco a poco, a lo largo de interminables días y noches, comienzas a aprender.
De hecho, surge una cuestión absolutamente importante: tienes que tener humor, y tienes que tener aplomo.
Pues deberás mirar de reojo —nunca de frente. No podrías.
El que hubieras estado toda tu vida en contigüidad con la muerte no te sirve de nada,
y solo te infunde de una falsa seguridad y te pierde,
en momentos de supremo terror, que son momentos decisivos en el aprendizaje,
cuando miras de cerca a la muerte y cuando de pronto la identificas físicamente y ves la clase de persona que es,
en momentos en que precisamente no existe defensa alguna, como no sea el humor y el aplomo."
Jaime Saenz