9.11.15

Comida para los ojos

No sé si caigo en mí
o en tus encantos viscerales
con posible añoranza o más curiosidad.
Leo esos retortijones
arabescos enchilados
con hambre y alguna pasión prometeica.
Me busco en los ángulos rectos
de tu escritura
aunque sé que a todo tragas muy lento
y quizás yo aún no esté dando vueltas
en tu estómago de acero.
De cualquier forma te traigo un té de tilo
y sorbo lo frío de tu dedicada melancolía
corriendo poco o ningún riesgo
de una patada igual de certera
como en la primera vez.
Pero no tengo cabellos suficientes
para seguir arrancándolos
sin que yo también necesite
entrar en la fila de donaciones
por un nuevo hígado.
Muerto Asclepio, abandono la lectura.
No vaya que deshidraten o mueran
hidrofóbicos mis ojos de jade.


Ellen Maria

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