"el otoño despliega su hálito sobre todo, despacito e inexorable. la lluvia me ha despeinado, o peinado, no lo tengo claro, pero me enfría la cabeza. frío que siento en las manos y en los hombros aunque los lleve tapados. tengo hambre y, en casa, lo único que encuentro para saciarme es un bol de mandarinas. pelo una y devoro y saboreo cada uno de los gajos. entonces observo las pieles abandonadas en el plato limpio, y pienso que es un desperdicio. y me imagino frotándotelas en el pelo, para que después se me pegue el olor en mis dedos, y las siento recorriendo tu piel, aunque tú no te despiertes, y me llega tu calor mezclado con un rumor de patio de colegio. me bebo la inocencia ácida que exudan tus ojos cerrados. y me lloran los míos salpicados por las gotitas que me llegan de exprimir tus mejillas. el naranja y el rosa combinan pecaminosamente bien. te amo, te lamo, te adoro, te devoro. mi extraña pelotita naranja que aún no he mondado, porque aún estás en mis manos y no te he descubierto."
albert
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