22.5.14

no hay nada allá

No vino nadie, no hablé con nadie. Hice compras por internet. Dvds y libros. Me hice tres tazas de café y las tomé todas una tras otra más rápido que un capítulo de lectura. Fui al baño como dos o tres veces y no preparé nada de comida. Almorcé lo que había listo y frío y solo me acordé de cenar cuando ya era muy tarde para empezar a cocinar. Pensé en él, reví fotos, prendí un salmerio caminé por la casa. Abrí y cerré ventanas como que cinco o seis veces, había mucho aire y abrió el sol después cayó la lluvia por media hora antes de todo volver al normal. Organicé mis lecturas futuras, mi placard y mis cajas de accesorios. Doblé la ropa limpia. Me miré mucho al espejo que queda al lado de la mesa. Pensé en colgar los cuadros en la pared de mi cuarto pero me dio pereza buscar el martillo. Quería escribir cuentos, crónicas, escribir un libro de cuentos, traducirlo, escribir la disertación, empezar a leer. Vi más fotos, imágenes, de mi futura casa, de mi futura indumentaria, de historietas en inglés, de arte. Pinté mis uñas de una sola mano, cada uña con un tono de rojo, como un test de cuál rojo mañana las voy a pintar. Esto sí se llama procrastinar. Pensé en dormir en cepillar los dientes hice cuentas de cuánto me sobrará el próximo mes para comidas en restaurantes, dónde será la cena de mi cumpleaños. Hice más café. Ahora sí, a leer de verdad.

Ellen Maria

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