Mi cuerpo recién nacido
se despierta en fiesta
de las profundezas del sueño.
Eres tú que me libertas
con un buen día, te quiero,
de un mundo donde andantes
caballeros me piden dinero.
No sin antes un sexo mañanero
vuelvo a mi cotidiano sin sentido
y en mi cuarto abandonado
solo resta nuestro recuerdo,
en la cama libros y un cigarro
medio fumado en el cenicero.
Ellen Maria
Nenhum comentário:
Postar um comentário