16.10.12

Las cuerdas de mi reloj

(No seguí las instrucciones)

Uno
Te vi y me acuerdo de verte así, de lejos,
como quien observa y analiza algo por primera vez
y se sorprende por reconocer pedazos precarios del otro, desconocido,
en sí mismo.
Hay algo ahí… decía.
aunque no sabía qué.

Dos
Los primeros contactos no fueron de un dragón de Komodo
que es capaz de ver de lejos el peligro y también, lo que quiere.
Nos acercamos 
y solo con el tiempo me di cuenta que no había caza,
ni cazador. Fuimos bien civilizados.

Tres
La naturaleza es tan sabia que nos hizo analfabetos de nacimiento
pero expertos en las lecturas de miradas 
cuando todavía no sabíamos ni hablar.
Con el intento de evitar lo inevitable, nos deseamos en silencio.
Fue cuando empecé a subir las escaleras rumbo
al momento alucinante que me esperaba. 

Cuatro
Ya no somos extraños.
Por un instante, sentí que nos completamos, aunque siempre fuimos enteros.
Y por más que sea cursi, sellamos lo cierto con un beso,
una caricia y una mordida para cerrar el casual encuentro.
No sé no extrañarte todo el tiempo.

Cinco
Nos perdemos, sin la urgente necesidad de encontrarnos
tal cual un barco que sabe su destino, pero avanza lento.
Qué ironía que seamos ateos. Ahora estamos apegados a esa magia,
el aura que nos rodea aunque el ambiente no sea propicio.
Nunca será lo mismo.

Seis
te abrazo, tic tac tic tac
nada más tiene importancia…
los árboles despliegan sus frágiles hojas
porque ya no hay tiempo de estar juntos.
El reloj se disuelve en emociones.

Ellen Maria

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