Si me muero mañana y voy al cielo, ojalá que el fondo de pantalla sea verde, porque el color azul me da sueño y quiero permanecer bien despierta para ver los ángeles desnudos tocando instrumentos celestiales.
Si me muero mañana y voy al cielo, voy a comer todo lo que dejé de comer en la Tierra para permanecer delgada, ya que gente gorda no es muy apreciada acá en la vida plana.
Si me muero mañana y voy al cielo, quiero leer todos los libros y ver todas las películas que no tuve tiempo de ver, porque tenía que trabajar todos los putos días para pagar mis cuentas.
Si me muero mañana y voy al cielo, espero ser amiga de San Pedro, el administrador del tiempo, para recordarle que los días de sol son reservados para los fines de semana, y los días de lluvia y frío para los miércoles solitarios.
Si me muero mañana y voy al cielo, tendré que saber volar, porque en la Tierra siempre tuve ganas de escalar montañas y apreciar bonitos paisajes y mi miedo a la altura siempre fue mayor.
Si me muero mañana y voy al cielo, ¡bailaré siempre! Y sin sudar, porque nadie merece mi olor después de unas tantas salsas y valsas.
Si me muero mañana y voy al cielo, no quiero nunca más fingir un orgasmo, porque si allá es el paraíso que todos me dicen, tendré horas infinitas de placer incalculables.
Ahora, si me muero mañana y voy al infierno... hmm... ¿sabes qué?
No voy al infierno.
No creo en esas cosas.
Salamanca, 2009
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